viernes, 12 de octubre de 2012


¡SORPRÉNDETE!**  by TONI JIMENEZ

Cuando el oráculo de Delfos fue preguntado sobre quien era el hombre más sabio de Atenas, este respondió que era Sókrates, a lo que él añadió: “Yo solo sé que no sé nada”. Sókrates aún tenía capacidad de sorprenderse. Era tonto, como todos, pero un tonto que sabe que no sabe, un tonto bendito. No era un tonto ilustrado, un tonto erudito, que cree saber y no sabe. Los eruditos, los tontos que creen que saben, que acumulan datos y más datos, convirtiéndose en una enciclopedia que consultan en forma de memoria, estos no saben nada de la vida. Su relación con ella es abstracta, solo son teorías sobre ella. No miran a la  vida tal como ella es, no aceptan la realidad, no contactan directamente ni de forma inmediata. No la afrontan, ni la encaran sin filtrarla por su erudición. Estas personas de conocimientos prestados viven entre signos de interrogación (¿?) Jamás sentirán fascinación por la vida y menos aún serán capaces de sorprenderse. No viven bajo el signo de exclamación (¡!) En cada momento te estás cruzando con un milagro, no des por garantizada la vida, es sorprendente. En este mismo instante, que es nuevo, es milagroso, es vibrante, es amoroso, pleno de energía, fresco, no contaminado: pleno éxtasis: la penetración de la existencia a través tuyo. Si no lo ves, si no lo experimentas, es porque tus ojos están nublados por tu educación, por tu ilustración.  Entra en el milagro del amor y tu mente lo destrozará sin saber que el amor es inabordable por su propia naturaleza. Entra en el milagro de la energía y tu mente la reprimirá cortando su fluir y no la disfrutarás. No puedes sorprenderte y, si sucede, te extrañas porque ya no sabías de esa condición tuya. No harás nada sin llegar a una conclusión. ¿Que conclusiones te llevan a amar? Tú ve pensando que yo te voy amando. Una conclusión significa que estás finalizado, que ya no fluyes, que te estancas en las palabras de la mente: prosa, y no en la poesía fascinante del corazón que siempre nos sorprende entre latidos y bullicios de amor.
Cuando eres capaz de sorprenderte, de fascinarte, entonces sucede la ceremonia secreta entre la existencia y tú y aparece la exclamación del asombro. Sorprenderte significa que no eres un experto sobre la existencia, que esta es nueva en cada instante y te muestra su majestuosa creatividad. Por eso, no tomes mis palabras, toma su significado, empápate de ellas. Soy ignorante porque no acumulo, lo descubro a cada instante y me fascino y me sorprendo con lo propia vida, es la ignorancia luminosa, la ignorancia que sabe. Cuentan que a Albert Einstein le preguntaron antes de morir: “Si volviera  a nacer, y Dios le preguntase, estoy seguro que volvería a ser un gran físico y matemático”. Y él contestó: ¡Jamás! Preferiría ser fontanero antes que físico. Me gustaría llevar un estilo de vida muy corriente, anónima y poder disfrutar sin que nadie se interponga en mi camino y así poder tener una comunión más profunda con la existencia”. Y yo, sigo intrigado, con total fascinación, con total sorpresa porque no cesa la poesía y las canciones en mi corazón. Sé que vivo correctamente en el fluir de la vida, lleno de plenitud esperando el orgasmo de la muerte. Me asombro porque los árboles son verdes, el agua clara, el sol poniéndose por poniente, la grulla cruzando el lago sin dejar las huellas de su sombra. Amo sin causa sorprendiéndome en cada instante en mi creatividad energética en esa danza de mi organismo llamada orgasmo.  Y te recordaré, como a mi madre, cuando me mando a la fiesta de mi amiguita y me  dijo: “Pórtate bien, no rompas nada y obedece a la  madre de Lucía”. Y le contesté: “¡Mamá! ¿Cuando tú estabas viva existían estas fiestas?
Me encanta la inseguridad, me encanta lo desconocido, siempre hay posibilidad de sorprenderte. La seguridad solo da monotonía, repetición continúa llenándote de tedio y aburrimiento: ¿suicidio demorado? ¿Dónde está la fascinación en tu vida? La inseguridad te transforma constantemente, mutas sin cesar, es el fluir. Por eso me encanta perturbarte, para que no te acomodes a tus “seguridades” patológicas y te quites de encima esa pesadilla. Para entender la vida hay que entender la inseguridad, es su propio ADN, ve con quien te mueve la energía, no con quien te la estanque. La seguridad es un estanque donde el agua se pudre por ser siempre permanente. Ven conmigo a la inseguridad, permanecerás fresco, alegre, aventurero… y mañana no serás una repetición de hoy y puedes sorprenderte.
Toni Jiménez, Pensamiento poesía.

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