con él, es
inabordable por su propia naturaleza. No se presta a tu ego. No es “tú
debes”, es un “yo quiero”. No es un “te prometo”, es el “momento”. El
momento supremo de la consciencia. Pero en tu vida lo has querido
convertir en una formalidad inútil. En un deber dónde el yo quiero
brilla por su ausencia. Te has convertido en un expositor de
formalidades, en un estancamiento que no fluye, y te exhibes para la
respetabilidad. Pero estás vacío, estás enfocado, no hay oportunidad
para la espontaneidad: tu conexión con la existencia. Estas vacío y te
pones en la cola de los demás para ver si te toca la vez del amor
formando “El club de los mendigos del Amor”. Pero, dos desdichados
juntos no suman, se multiplican. Al sentirte vacío, esperas del otro que
el amor fluya hacia ti, y el otro de ti, y ahora en vez de ser felices
juntos, sois desdichados juntos. Entonces, empiezas a culpar al otro
porque dependes de él y, eso, genera desdicha. Toda dependencia genera
esclavitud. Piensas que el otro te ha engañado y le consideras culpable,
cuando en el fondo sois dos carencias que se han juntados.
Cuando amamos las cosas forman parte de nuestra persona, cuando dominamos, las personas se convierten en nuestra cosa. Empezamos amando y acabamos dominando o siendo dominados; el sometimiento del uno al otro: pero esto no es amor.
Toni, Pensamiento Poesía.
Cuando amamos las cosas forman parte de nuestra persona, cuando dominamos, las personas se convierten en nuestra cosa. Empezamos amando y acabamos dominando o siendo dominados; el sometimiento del uno al otro: pero esto no es amor.
Toni, Pensamiento Poesía.
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