martes, 23 de octubre de 2012

7 de octubre de 2O12
LAO-TSÉ (Lao-Tzú) **by TONI JIMENEZ



La vía de menor resistencia, la vía del esfuerzo menor: fluir
(Se cómo el agua: dúctil)



Yo soy yo y tú eres tú. Estamos produciendo seres humanos
Yo no he venido a este mundo a vivir enfermos para tener una economía
de acuerdo a tus expectativas y, tú sana.
no has venido a este mundo a vivir
de acuerdo a las mías, pero nos hemos ERICH FROMM
encontrado y es hermoso.
F. PERLS



Antes que nada, quisiera pedir perdón por ser tan osado y hablar de Lao-Tsé, pues ¿cómo se puede hablar de alguien que está fluyendo, que está convirtiéndose constantemente, dónde la llegada es la salida y, por lo tanto jamás se podrá llegar a una conclusión? Esa es su belleza, ese es su aroma. Es una flor única. Como toda flor, puedes oler su fragancia, embriagarte con su perfume pero, si la tomas con la mano morirá. No te puedes convertir en representante de una fragancia. Una flor ha nacido en un claro del bosque, es posible que nadie la identifique, que nadie pueda apreciar su belleza, pero ella seguirá con su esplendor, con sus gotas de rocío esparciendo toda su plenitud en la existencia. No le importa si tú sabes de su existencia o no, ella no tiene ego y, por lo tanto, seguirá creciendo en sus inconmensurables miríadas de belleza y luminosidad. Cuando uno mira esa flor se tiene la sensación de que estás escuchando la música de la existencia. Si has comprendido esto, es posible que tengas un acercamiento a Lao, porque con Él, te vas a sentir perturbado, tu lógica se hará añicos. Algo salvaje vas a captar desde lo más recóndito de tu ser, algo que va a movilizar lo más arcaico, lo más primitivo, lo más instintivo en ti y, que tú ya creías extinguido. Él mismo nos dice lo siguiente: “Todo el mundo parece tan seguro de sí mismo, menos yo. Todos parecen tan bien definidos, menos yo. Yo permanezco muy indefinido, ambiguo. Exactamente no sé dónde estoy o qué soy o qué no soy. No sé cómo definir el yo o el otro. No sé dónde se separan "yo" y "tú". Lao ha declarado su fluir, no tiene demarcaciones: la consciencia sin frontera, y solo fluyendo entrarás en su corriente, no puedes encajarle en una conclusión.
Cuentan algunos historiadores que, tal vez, Lao-Tsé no existió. Que sus analectas son una recopilación de varios autores taoistas. Pero Lao existió, tuvo que existir, yo soy el testimonio vivo de ello, por el simple hecho de que yo existo. Cuando leí su obra me quedé atónito: me estaba leyendo a mí mismo. Su visión es mi visión: ambos somos existenciales, o sea, no hay visión. Puro fluir, pura comprensión que desvela lo que hay: no se adelanta, no se atrasa, está presente y, ¿cuánto dura el presente? Si el tiempo lo manifiesta la mente, ¿qué hace la mente en presente? Nada, queda desactivada, y al quedar desactivada se desvela la energía inadvertida, vibrante, dinámica y amorosa. Si intentas hablar del presente, el solo intento te aleja de él, cuando lo haces ya es pasado y has perdido el verdadero presente. El presente hace sin pretender. En otros términos: le suceden las cosas. Si no partes de aquí, no podrás fluir con Él, te será muy difícil su comprensión, pues solo le comprenderás cuando captes que la eternidad se ha infiltrado en el tiempo. Por eso, Él es una categoría en sí, no le puedes poner demarcaciones, sobrepasa los límites, ¿cómo puedes catalogar el fluir? Para entrar en su comprensión uno debe ser Él. Y Él, no es producto de ningún análisis dialéctico, puesto que no usa la mente, ésta es un mero altavoz del ser, aunque tú estés escuchando su hablar. Él habla para ti porque es lo único que puedes “entender”, porque solo vives en la cabeza. Te dará pistas, insinuaciones, acercamientos, te mostrará la puerta, pero no te hablará de la verdad porque no puede ser mostrada. Su libro-Tao Te King (Ching)- comienza: "El Tao que puede decirse no es el verdadero (absoluto) Tao". ¡Menudo órdago te ha lanzado! De sopetón te ha quitado la mente, te ha dejado desnudo ante ti, ¿qué harás ahora, cómo indagarás la verdad sin tu mente?
Lao es paradójico, pero resulta que la existencia es paradójica (más allá de la lógica), Él no añade ni quita nada, fluye con ella. Es un portavoz de ella. La paradoja consiste en que los opuestos se aproximen, se junten y formen un todo. Eso la mente no lo acepta por su propia naturaleza: ella es lógica, lo ha creado y se perturba. Ahora tiene conflictos con la existencia e intenta dominarla y, como habita el mismo cuerpo que el ser y el corazón tú te encuentras dividido. La mente lógica no puede coexistir con la existencia paradójica y, es debido a ello que Lao trata de acercarte a la existencia a través de la comprensión.
En la tradición china uno encuentra el equivalente a la griega: Aristóteles es Confucio y Mencio: lo masculino, la lógica, la razón, la educación, las matemáticas: un economista hace cálculos sobre los melones que va a producir un terreno, pero una tormenta arrasa la cosecha y ahora todo se desvía hacia la especulación. Quieren hacer encajar la realidad en las matemáticas y, no es de extrañar que el universo se haya convertido en un logaritmo. Ya no ves las estrellas, no aprecias el fulgor de su titilar, simplemente las cuentas, mides las distancias (espacio-tiempo), se ha convertido todo en cifras, todo es abstracto, hasta tu amor es abstracto. Heráclito es Lao-Tsé, solo fluye: no te puedes bañar dos veces en el mismo río: por lo tanto no hay especulación. ¿En estos momentos de crisis la tierra ha dejado de producir vegetales para alimentarnos? No, alguien está especulando? Sí. Lao se mueve al ritmo del ser, al ritmo de su corazón, en sintonía con la existencia, dejando que las cosas sucedan a su gusto. No se opone a sí mismo:

Sin obrar la gente se reforma.
Sin violencia la gente se vuelve honrada.
No empleo la fuerza y la gente se enriquece.
No poseo ambiciones ni deseos y la gente retorna a
la vida buena y sencilla.

Tiene un respeto tremendo por la naturaleza humana, sabe que si no puedes confiar en los demás no podrá confiar en sí mismo ni tampoco en la desconfianza de ti mismo. Sabe que sin esta confianza que subyace en toda la naturaleza, tú te encontrarás paralizado, pues uno y la naturaleza son el mismo proceso. Sabe también que los caminos preconcebidos no son siempre coincidentes con la naturaleza, pero a pesar de ello, su fe inquebrantable en la naturaleza sabe que supone correr riesgos, pero esos riesgos son imprescindibles para la libertad. La libertad es libre necesidad. Hoy en día tenemos un exceso de leyes que debemos cumplir con el objeto de mantener la seguridad personal. Pero esta supuesta seguridad ha llevado a la sociedad al autoestrangulamiento porque todos vigilan a todos convirtiéndonos en sospechosos a los ojos de los demás. La mayoría de las personas piensan que se pueden forzar los acontecimientos desviándose del fluir de la naturaleza, pero aunque pienses eso, actúas dentro del fluir de las cosas, puesto que, las cosas son como son y tú formas parte de las cosas que son como son y, al comprender este hecho desaparecen las discrepancias entre tú y la naturaleza. Porque tu modo particular e inédito de actuar es el modo particular de existir de la existencia. Es la interdependencia mutua: en este mismo instante todo está sucediendo al unísono, nada se adelanta ni se atrasa con respecto a lo demás. ¿Te has percatado? La naturaleza opera, se auto organiza en sí misma sin consultar ningún tratado de conocimientos. Los árboles crecen sin consultar ningún manual de biología, los ríos fluyen hacia el mar sin ninguna pretensión. Tú no lates tu corazón, tu corazón late en presente: no puede latir para mañana, solo para el momento, pero tú a través de la ansiedad (salir del presente y entrar en el tiempo) lo forzarás a salir del latido presente y provocarás un "infarto". Todo eso que subyace en todas las cosa es el fluir, el Tao. Veamos que ocurre en el encuentro entre una persona que fluye: Lao-Tsé (Lao Tan o Li Ert) y otro que intenta "dominar" su propia naturaleza: Confucio (K´ung Fu-tzu). Confucio fue considerado, en aquella época, como una de las personas más sabias de China. Es asesor del emperador y de las altas personalidades del imperio. Toda su vida ha estado dando consejo a los demás, amonestando a todo aquel que fuera más allá de los límites de la educación y la moral establecida. Era un experto en "ayudar" a los demás, pero no supo ayudarse a sí mismo. La sabiduría que empleaba hacia los demás no le sirvió para él y se sentía infeliz. Estas personas acaban sintiendo el tedio y el mecanicismo de los hábitos adquiridos. Una chica estupenda entra en la consulta de un psiquiatra, el citado psiquiatra se la queda mirando y ante tanta belleza no puede reprimir su energía y la soba y la besa. Cuando termina le dice: “Este es mi problema, ahora cuénteme el suyo". A veces te pones en manos de personas que están peor que tú. Confucio, al no sentirse feliz inició la búsqueda de una persona que le pudiera aconsejar. ¡Qué ironía, él, que toda su vida había estado aconsejando a los demás! Sus pesquisas le condujeron hasta Lao-Tsé. Estaba ante un hombre prácticamente desconocido, un anciano, una persona íntegra con una gran agudeza y perspectiva. Confucio sintió que aquel hombre trasmitía algo especial, algo misterioso que le llegaba a su ser. Se sintió perturbado e hizo la primera pregunta: "¿Qué piensas acerca de la moral, que piensas acerca de cultivar un buen carácter? Lao-Tsé irrumpió a carcajadas y le contestó: "Solo una persona que es inmoral piensa acerca de la moral y, solo una persona que no tiene carácter piensa en el carácter. Un hombre de moralidad no sabe lo que significa la palabra "moral" y un hombre de carácter se olvida completamente de la palabra carácter. Así que no seas tonto y no intentes cultivarte a ti mismo. Simplemente sé natural". Detrás de toda virtud consciente se esconde un vicio oculto. Otra vez la paradoja surge en él. Aquello perturba a Confucio, lo altera y rompe toda disciplina alcanzada con la educación. Todo su saber se derrumba ante aquel vendaval de energía. Tanto es así que, al encontrarse con sus discípulos que le están esperando, no puede mostrar sus educadas actitudes. Al preguntarle sobre lo que había ocurrido, Confucio contestó: "Esperad un momento que me recupere, ese hombre es peligroso. He oído de grandes animales como elefantes y sé cómo caminan, he oído hablar de animales ocultos en los océanos y sé cómo nadan; he oído hablar de aves que surcan los cielos alrededor del mundo y sé cómo vuelan. Pero quiero que sepáis que este hombre es un dragón. Nadie sabe cómo vive, nadie sabe cómo camina, nadie sabe cómo vuela. Jamás os acerquéis a él, es un abismo, es como la muerte". Lao es un mensajero de la naturaleza, está impregnado de inocencia y de la vitalidad del ser en plena sintonía con la espontaneidad. Confucio ha perdido la capacidad de sorprenderse, al sacarle de la disciplina, de la educación, ha perdido el control. No sabe lo que tiene que hacer porque aquello no encaja en su educación preconcebida y toma la huida como solución. Ha perdido una gran oportunidad para transcender. Aquella experiencia era desconocida para él puesto que no había sido elegida, no tenía enfoque mental para ella: Confucio se mueve en la mente y la mente elige porque es dual, está dividida, pero aquello no lo pudo elegir y Lao lo llevó hacia lo existencial: la consciencia. Confucio ha elegido para llegar a sí mismo el camino del esfuerzo y la voluntad. Para ello necesita indagación, disciplinas, métodos, creencias, consejos, educación… Tiene mucho que hacer: está lleno de “deberías”. Quiere encajar la existencia en sus métodos y para ello necesita dominarla: ha preparado las preguntas ante Lao, pero éste no ha preparado las respuestas: es espontaneo, está conectado con la existencia y es esta la que responde. Pero lo más preocupante para Confucio es que necesita tiempo para conseguir el objetivo. Ahora el tiempo es una necesidad, sin darse cuenta que acabará entrando en la ansiedad y la desesperación. Es por eso que le pide opinión a Lao por esos métodos que a él mismo no le han servido. Lao, en cambio, no tiene métodos, no elige, simplemente se entrega, no hace esfuerzos: Wu wei, hacer sin pretender: inacción en la acción. Sabe que acabará agotado como Confucio. Sabe que quedará atrapado en el propio método. Fluir es no elegir uno de los opuestos, por lo tanto, no hay esfuerzo de rechazo porque son complementarios. Del no esfuerzo surge la energía, del esfuerzo quedarás agotado. Su entrega permite que los acontecimientos lleguen a él. No pregunta por lo divino, no indaga, él es receptivo, es femenino, cambia la voluntad por la entrega: AMOR. Mantiene la puerta abierta para que por sí solo penetre lo divino (no-dividido: total) ¿Has oído de alguna mujer que haya creado una religión? No lo necesitan. Toda mi vida se ha encaminado hacia lo femenino. Estoy conteste con Goethe: “El eterno femenino brilla en mi…” ¿Qué pasa cuando uno elige? Pues que aparece lo opuesto. Escoger es masculino, no escoger es femenino. Elegir significa también rechazar y, si quieres llegar a ser total no puedes escoger; no hay dos totalidades, solo una. Cuando no eliges cubres necesidades; cuando eliges intentas cubrir deseos, pero estos citados deseos son insatisfechos porque la mente es imparable provocando deseos: el deseo es el sufrimiento. Escuchemos de nuevo a Lao-Tsé:
“Cuando cada uno reconoce que la belleza es bella entonces sabe que la fealdad existe; cuando cada uno reconoce que la bondad es buena entonces sabe que la maldad existe. Ser o no ser se engendran mutuamente; dificultad y facilidad se complementan mutuamente; largo y corto se contrastan mutuamente; alto y bajo se proponen mutuamente;… antes y después se suceden mutuamente”.
Lao se mueve en la consciencia, siente que la unidad orgánica no es dual. Es total. Él si es un auténtico ecologista. Sabe que los opuestos son complementarios y se suceden. Lo ve todo como un continuo, no está dividido, no ha caído en la esquizofrenia. Lao posee una sabiduría tan profunda que penetra en el centro de tu ser y sabe que te estás engañando. Dice que si eres muy bueno, debes haber hecho mucho mal y ahora quieres compensarte a través del arrepentimiento. Si la mente entra en la observación divide la realidad a través de los pensamientos.
Sobre todo, en Occidente, las personas hemos sido educadas en los conceptos aristotélicos de la lógica, la razón y las matemáticas. Todas nuestras universidades funcionan así. Y, en otro sentido, en el materialismo espiritual de inspiración juedeocristiana. Ambos conceptos consideran frustrantes la lógica paradójica que preconiza Lao-Tsé y demás taoístas, así como Heráclito, Pitágoras… en Grecia y más tarde Leonardo, Bruno, Spinoza y Brandt con su panteísmo orgánico. Y, es frustrante, porque ellos piensan que es un obstáculo para el progreso. Pues para ellos, el progreso funciona a través del pensamiento lineal que provoca su visión del tiempo y la historia. En cambio, los taoístas y los panteístas orgánicos siguen a la Naturaleza que es cíclica. El eterno devenir del que nos habla Heráclito y Nieztsche. Las personas que preconizan el pensamiento horizontal, lineal, piensan que deben mejorarse -¿se consideran inadecuados?- ellos y la sociedad a través del dominio de la Naturaleza. Para ello emplean métodos dónde prevalezca el placer y no el dolor; la riqueza y no la pobreza; la salud y no la enfermedad; la abundancia y no la carencia… Y, por ello, no les queda más remedio que emplear armamento para imponer sus ideales. Fármacos para controlar la salud con el efecto deleznable de la iatrogenia dónde el resultado es más peligroso que la enfermedad. Energía nuclear, dónde una posible explosión o escape de los residuos que generan nos ponen en peligro. Cultivos industriales y transgénicos que destruyen la biodiversidad. Transportes automotores movidos por combustibles no renovables que contaminan al transeúnte y a la propia naturaleza. Métodos, en fin, que crean más problemas de los que resuelven. ¿Por cuánto tiempo puede durar este sistema lineal? Pero lo más macabro, resulta ser, como consecuencia del pensamiento lineal, es que nos obligan a ser buenos, guapos y sanos por imposición y por ley. Pues consideran la naturaleza como algo a someter y forzar, y no como algo a seguir: ecologismo.
Tu mente pertenece a la sociedad, no te pertenece a ti, te es dada bajo las bases de la cultura imperante que se proyecta en el tiempo lineal. ¿Necesitas la mente para comunicarte contigo mismo? Tú ser, tu corazón están aquí y ahora, allí dónde vas te acompañan: es tú original. Cuando más te educas, más te alejas de la fuente original. Así, vemos, como otro taoísta llamado Lun-Yu nos dice: “La Naturaleza nos hace a todos iguales, la educación nos separa”. Ya es hora de que empecemos a des-aprehender, pues vives en el “Velo de Maya”. Pero volvamos de nuevo a Lao-Tsé para ver que nos propone para “mejorarnos”:
“Si no te sientes bien tal como eres te supondrá un gran esfuerzo ser mejor. Date cuenta de que estás bien tal como eres y mejorarás de forma natural.”
Antes de continuar, date cuenta de que Él está hablando a tu “natural”, Él está en la “lógica” de la Naturaleza que es la paradoja. Él no está hablando a tu lógica, pero tú sí estás escuchando desde la tuya que es abstracta y que no sirve para fluir con la existencia, pues no puedes aplicar las palabras a la Naturaleza. Entiende a Lao, Él, NO ESTÁ INTERESADO EN EDUCARTE, ÉL ESTÁ INTERESADO EN ILUMINARTE. Él quiere que vuelvas a la fuente original, al reposo de dónde saliste. No vienes de ningún sitio, surges como la rosa del rosal. Lao sabe que el ciclo de vida-muerte se sucede como todos los correlatos. Sabe que para fluir, los opuestos son complementarios que se convierten en un “continuum”. Te dice que no te apegues a ninguno de ellos, porque entonces cortarás el fluir. A un maestro de zen le preguntaron en una ocasión que se sentía cuando uno se ilumina. “Cuando tengo ganas de comer, como. Cuando tengo ganas de cagar, cago y, cuando tengo ganas de dormir, duermo”. “Eso también lo hago yo”, contestó el interlocutor. “No, tú haces eso y a la vez estás haciendo otra cosa”. “Lo comprendéis o no lo comprendéis”. Y, digo yo: ¿Acaso lo correcto no es lo fácil? Pero volvamos al sutra con Lao: “Cómo mejorarnos”. Lo primero que te dice es que te aceptes, porque si no te aceptas, ¿dónde irá a parar lo no aceptado? Si no te aceptas estarás viviendo con tu enemigo. “No te resistas al mal y el mal morirá”, nos dice Jesús. Jesús debe haber conectado con el campo mórfico de Lao-Tsé (Lao nació 500 años antes que Jesús), ha captado la esencia del wu wui: inacción en la acción, hacer sin pretender. Los teólogos cristianos deben estar preocupados con esta paradoja de Jesús, de hecho no han conseguido solucionarla, es un enigma para ellos. “No te resistas al mal y el mal morirá”. Y, sólo así sobrevivirás, porque el mal llamado mal, siempre se está autoprotegiendo, creando nuevas formas defensivas: autoculpando, desconfianza, auto defensa, racionalizando y planificando formas destructivas. Pero, cuando uno no se resiste al mal, este acaba muriendo por sí mismo o, ¿acaso lo blando no disuelve lo duro?
“La sustancia más blanda del mundo disuelve la más dura”
Cuando el amor llega uno se vuelve suave, tierno, femenino… es el disolvente del odio, del mal, de la dureza… si luchas sales derrotado. Y, ¿cuál es la derrota? La pérdida de la suavidad, del amor y la comprensión.

Antonio Jiménez, de “Encuentros con personas que me llevaron a mi” .

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