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lunes, 30 de enero de 2012

EL LETEO ** by CHARLES BAUDELAIRE




EL LETEO

Ven hasta mi corazón, alma cruel y sorda
tigre adorado, monstruo de aire indolente;
quiero hundir largo tiempo mis dedos temblorosos
entre el espesor de tus densos cabellos;
Y entre tus faldas que tu fragancia impregna
sepultar mi cabeza dolorida,
y respirar lo mismo que una flor ajada
de mi difunto amor el dulcísimo aroma.
¡Quiero dormir prefiero los sueños que la vida!
en un sueño muy largo más dulce que la muerte,
sin penas ni pesares sembraré mis caricias
sobre tu bello cuerpo pulido como el cobre,
Y para devorar mis sollozos ya en calma,
nada vale el abismo profundo de tu lecho;
el poderoso olvido habita en tu boca
y en tus besos derrama su corriente el Leteo.
A lo que es mi destino, desde hoy mi deleite,
obedeceré como un predestinado;
condenado inocente, mártir dócil,
cuyo inmenso fervor enciende las hogueras
sorberé, diligente, para anegar mi rencor,
el pérfido nepentes y la buena cicuta
en los breves pezones de tus agudos senos
tras los cuales jamás latió tu corazón.

Es el Leteo, el homérico rió de las aguas del olvido, el nepente que disipa los recuerdos.


 
Aunque Baudelaire conoció y amó a varias mujeres, casi toda su poesía, que es erótica en su mayor y mejor parte, esta movida por Jeanne Duval y la señora Sabatier. Sus sentidos, su pasión, su imaginación, estan, sin embargo sometidos a la servidumbre que le impuso la Duval, de cuya cadena se sentía preso. Ella es el objeto de sus deseos mas intensos, de sus dibujos, de sus caricaturas, de sus versos rendidos y rencorosos. Ella parece representar los atributos, los epítetos, la esencia de la mujer en su obra.
Así como el primer romanticismo define un amor etéreo, volátil y angelical, existe también entre los románticos la de una mujer morena, cálida, tenebrosa. Aquella es casi siempre luminosa, alegre y ligera; a veces intangible, ideal, un tanto casta, fría y distante; a veces frívola, demasiado alegre. Ésta, por lo contrario, es densa, posesiva, insaciable. No es difícil ver al través de Las flores del mal qué versos traslucen a la clara señora Sabatier y que obras a la oscura Jeanne Duval. Entre las dos hay con todo, una nota común según Baudelaire: la estupidez. No es pues nada positiva la imagen que de


la mujer se encuentra en el poeta. Siendo el tema central de su libro, de hecho la flor del mal, a ella se rinde pleno rencor, como la victima al verdugo.
Jeanne Duval es ejemplo concretísimo de mujer fatal, pero también símbolo de las contradicciones del amor y la ternura, del odio y la agresión.
La mujer, la carne de la mujer, el objeto en cuya trampa cruel cae el poeta, es a la vez su consuelo. En ella quiere borrar de su memoria el dolor de vivir, el reposo a su angustia existencial.
-A veces creo, que he vivido mil años._ 
en la mujer recuerda el ideal o llega al olvido. Se hunde el ella, se extasía en su perfume, en las profundidades de su cabellera negra (Jeanne Duval): bosque romántico, mar de ébano, tremolante pabellón de tinieblas.
Una de las poesías prohibidas, El Leteo, expresa a la perfección la índole de la angustia erótica que atormentaba a Baudelaire.

http://html.rincondelvago.com/las-flores-del-mal_charles-baudelaire.html