miércoles, 3 de febrero de 2010

CONCIENCIA by Isthar


Muchas veces me he encontrado a mi misma culpando a otra persona por mis problemas; es una tendencia nociva que si no es corregida se convertirá en una costumbre.
Cambié ese pensamiento y decidí empezar a ser responsable de mis actos. Es difícil decir "me equivoqué, yo tuve la culpa" pero cuando acepté mis errores, me sentí mucho más conforme con ese proceder.
También la otra persona al ver sinceridad, afloja la tensión y es posible entablar el diálogo tan imprescindible para el buen funcionamiento de una relación.
Tampoco se trata de culparme por todo, sino que deseo que mi comportamiento y mis palabras sean lo mas justos posible. Las discusiones son para defender una posición y cuando me veía acorralada, tomaba el recurso de culpar a la otra persona. Y casi siempre todos hacemos lo mismo.
Cuando comencé a analizar mi comportamiento, vi que yo era la equivocada y por consiguiente estaba haciendo una acusación injusta.
También me colocaba en un plano intransigente y viendo solo un aspecto del problema que era casi siempre el que a mi me convenía, o el que en ese momento creía el más justo.
Al fin decidí abstenerme de abrir un juicio, pues no tengo derecho a juzgar, acusar o tomar represalias.
Trato de mantener una posición flexible y pensar que la verdad puede estar en el lugar opuesto al que yo estoy señalando.
También yo he sufrido injusticias, han dicho cosas que nunca sucedieron y otras que no estuvieron en mi pensamiento.
Me causaron mucho daño y no pude hacer nada para cambiar la idea que con toda injusticia se formó de mi, una persona muy querida que se alejó sin remedio. A veces se tejen historias irreales y que al ser repetidas terminan por parecer ciertas. Qué distinto sería si todas las personas hablaran menos y con un sentido de la verdad, sin cambiar los hechos.
Es posible hacerlo, así debe ser y se ahorran sinsabores, mentiras y errores.
Los actos buenos o malos cometidos en perjuicio o beneficio de un ser humano o animal, tarde o temprano retornará creando así una cadena negativa o positiva muy difícil de cortar.
Con seguridad la mala intención hará un daño irreparable, a quien lo hace y quien lo recibe. De malas intenciones está hecho el pecado que destruye y ensucia, que causa separaciones definitivas y traumáticas.
Que hunde en la oscuridad de una cárcel a un ser inocente que a veces pasa años sufriendo sin ser responsable del crimen del que lo acusan.
Y por desgracia todo en absoluto está en la mente de seres sin moral y sin escrúpulos, pero aún ellos pueden redimirse, si un día la luz del amor ilumina sus espíritus.
Talvéz son seres que nunca tuvieron una familia, quiza quedaron desprotegidos en la infancia o la adolescencia y que si alguien les prestara atención sentiría el grito desesperado de sufrimiento que surge de su corazón solitario y atormentado que no sabe cómo manifestarse ni pedir ayuda.
Me gustaría poder ayudar a quienes lo necesitan, dar un poco de consuelo y afecto a los niños abandonados. A los adultos que por alguna razón quedaron indefensos en la calle y han caído en la indigencia, el alcohol y las drogas, que duermen a la intemperie en invierno y verano. Algunos han perdido la razón y no tienen una mano amiga que les de consuelo.
Y un día mueren solos tirados en la calle y nadie los reordará.
Y los viejitos que ahora no pueden producir nungún dinero, que están solos e incomprendidos, sus propios hijos los retiran de la casa donde vivieron siempre y los confinan en alguna institución, donde talvéz mueran de vejéz, de soledad y de tristeza o por mal trato.
Si se les ofreciera el afecto que merecen, darían muchos tesoros, los que guardaron en su corazón después de una vida felíz o desgraciada...
Y los animales, que el ser humano les arrebata la vida, para venderlos por trozos, para comer o que los matan por diversión.
Los otros que también pierden su vida, que los matan de la más cruel manera, para sacarles la piel y fabricar lujosos abrigos.
Y las familias que en éste momento lloran por sus hijos, algunos adolescentes que fueron a la guerra... Las terribles guerras y el funesto terrorismo.
Ruego a Dios, que ilumine el alma y el razonamiento de las personas que tienen en sus manos el destino de los pueblos.
Que termine la destrucción de la naturaleza y de éste maravilloso planeta.
El felíz encuentro del ser humano con su conciencia traerá PAZ Y JUSTICIA.
ISTHAR.

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