martes, 7 de octubre de 2008
Li Ch´ing-Chao (1084-1151)
¿Quién plantaría, bajo mi ventana, este plátano?
Sus sombras cubren el patio.
Tercera vela; oigo, bajo mi almohada, el bisbiseo,
la incesante llovizna.
Cae, gota a gota, cae sinr espiro.
Cae.
No me levanto ni la escucho:
me acompaña mi pena.
El kiosco y el riachuelo.
El placer compartido. Corrió el vino.
Ebrios y ya saciados, extraviamos el rumbo.
Nuestra barca flotando en la corriente,
apresada de pronto por racimos de lotos.
Remamos y remamos.
Vasto rumor de alas: airones y gaviotas,
su sueño interrumpido, volaban en la orilla.
El viento cede.
Fragancia de pétalos caídos hace poco.
El vaho de la tieera.
Avanza la mañana y me cansa peinarme.
Todo está igual pero él se ha ido
y todo está vacío.
Las palabras traicionan: habla mejor el llanto.
Dicen que en dos arroyos todavía
la primavera es primavera.
¡Flotar allá, mecida por las aguas!
Pero con tanta pena
mi frágil barco se hundiría.
Se disipa el aroma del loto rojo.
La estera, fría, huele a otoño.
Abro mi vestido y, sola, salto en la barca.
¿Quién me envía un mensaje, allá entre las nubes?
Una escuadra de patos salvajes
traza en el cielo signo ilegibles.
La luna inunda la torre del oeste.
Han de caer los pétalos,
ha de correr el agua infatigable.
Dos soledades: un mismo sentimiento
nos une y nos separa.
Quisiera no pensar en todo esto y es inútil:
mi cabeza vacía, mi corazón henchido.
Anoche, por el vino, me despeiné ya tarde.
En el ramo, ya seco, pétalos de ciruelo.
Sueño de primavera, roto
por el sabor del vino: despierto a mi presente.
La luna, arriba, quieta.
Cierran las alas las cortinas... Y sin embargo
yo todavía rozo estos pétalos caídos,
todavía me envuelve este perfume
que no acaba de irse
y toco este momento todavía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario