martes, 2 de diciembre de 2008

PLATICA EN LAS MONTAÑAS by LI PO



Si me preguntasen por qué habito
entre las verdes montañas,
Reiría silenciosamente;
mi alma está en la calma.
El capullo del duraznero
sigue el movimiento del agua;
Hay otro cielo y otra tierra
más allá del mundo de los hombres.

VISITA A LOS TORRENTES DEL ARROYO BLANCO by LI PO


VISITA A LOS TORRENTES DEL ARROYO BLANCO


Atravesé el Arroyo Blanco
en su estrecho cauce
Cuando la Aurora recién
hendía la maraña de estrellas
Y se desembarazaba de las sombras. Y vi

De paso un instante, desde los trillados
caminos de los hombres,
Innumerables islas, circuidas
Con los colores verde y oro de la naturaleza.
El cielo tendía
el espejo azul de la eternidad
Sobre las aguas relucientes. Una a una
Las nubes se hacían a la mar.
Mis errantes pensamientos
Divagaron adonde los monstruos
de cota de plata
Recorren velozmente
sus arroyos nativos.
Canté melodías
Que crecieron al promediar el día,
menguaron con el atardecer
Y cesaron al caer la noche.
Luego busqué el reflejo
de los aleros de las casas,
en medio de los campos
iluminados por la luna.

lunes, 1 de diciembre de 2008

POEMA Liu Tsung yuan (773-819).


En el acantilado del Oeste un viejo pescador duerme toda la noche,
Al amanecer junta agua del río Hsiang, y hace un fuego con bambúes.
Las nieblas se disuelven, el Sol se eleva, ningún hombre aparece aún,
El remo boga, repentinamente las montañas y el río son verdes.
Navegando en medio de la corriente, mira hacia atrás, al cielo infinito,
Desde los acantilados, las nubes lo siguen sin intención.

ILUMINADO Ssu Kung-tu (834-908


Iluminado
La vida se extiende a cien años,
Y aún así es un período muy corto.
Sus alegrías son tan pasajeras,
¡Sus penas son tan abundantes!
¿Qué hay como una copa de vino,
Y visitas diarias al árbol de glicina,
Donde las flores se agrupan alrededor de los aleros,
Y el ligero chaparrón pasa sobre la cabeza?
Entonces cuando la copa de vino se ha escanciado,
Pasear con un bastón de espino.
¿Quién de nosotros será algún día uno de los Antiguos?
¡Ah, ahí está la Montaña del Sur en su grandiosid

REALIDADES Ssu Kung-tu (834-908


Realidades
Escogiendo palabras llanas
Para expresar pensamientos simples
Repentinamente me encontré con un recluso,
Y me pareció ver el corazón del Tao.
Al lado del arroyo sinuoso,
Debajo de la sombra del pino oscuro,

REFINAMIENTO Ssu Kung-tu (834-908).


Refinamiento
Una marmita de jade con una compra de primavera,
Un chaparrón sobre la choza de techo de paja,
Dentro de la que se sienta un gentil estudioso,
Con altos bambúes creciendo a derecha e izquierda,
Nubes blancas en el cielo recién despejado,
Y pájaros piando en lo profundo de los árboles.
Entonces, reclinado sobre su laúd en la verde sombra,
Una cascada cayendo por encima de la cabeza,
Hojas cayendo, ni una palabra hablada,
El hombre, plácido como un crisantemo,

CONCENTRACION Ssu Kung-tu (834-908


Concentración
Pinos verdes y una choza rústica,
El Sol hundiéndose en el aire puro.
Me saco el gorro y paseo solo,
Escuchando el canto de los pájaros.
No hay gansos silvestres que pasen volando,
Y ella está lejos, lejos.
Pero mis pensamientos la hacen presente,
Como en los días que se fueron.
Del otro lado del agua nubes oscuras se arremolinan,
Bajo los rayos de la Luna los islotes aparecen expuestos.
Y se intercambian palabras dulces,
Aunque el gran Río pase entre medio

domingo, 30 de noviembre de 2008

Perlas Chinas


Perlas Chinas

El Cielo y la Tierra se juntan

y dulce la lluvia cae,

más allá de la voluntad de los hombres.

Tengo tres tesoros

Guárdalos y ponlos a salvo.

El primero es el Amor;

El segundo es Nunca Demasiado;

El tercero es Nunca el Primero en el Mundo.

Por el Amor, uno está libre de miedos;

Por no hacer demasiado, uno tiene reserva de fuerza;

Por no presumir que es el primero en el mundo,

Uno puede desarrollar su talento y hacerlo madurar,

Porque el Amor es victorioso en el ataque

e invulnerable en la defensa,

el Cielo arma con Amor

a aquellos que no quiere ver destruidos.

Lao Tsé

DEVOLVIENDO LOS CUMPLIDOS AL AYUDANTE DEL PREFECTO, SEÑOR CHANG




En el ocaso de la vida
la tranquilidad es mi única alegría.
Los diez mil asuntos
cesan de turbar mi corazón.
Reflexionando, creo que no existe
mejor determinación
Que despedirme del saber y regresar
a los bosques de mi antiguo hogar,
Donde el viento suspira en los pinos
y me despojo de la banda.
Cuando la luna brilla en los cerros
taño el laúd.
Si me preguntas por qué no me ocupo
de mi hacienda,
Te invito a escuchar, mientras
desde el estuario llega hasta mí,
el canto del pescador.



Wang Wei

POEMA CHINO


-Dinastía Tang (618-907)

En mi casa en la montaña.

Laúd en mano, abro la puerta
y entro en mi casa de la montaña.
Levanto mi copa y bebo
frente a mi amada.
Estanque rodeado de flores y árboles,
todo plateado por la luna:
Un nuevo mundo de primavera.

POEMA CHINO


-Yuefu De Han (206 a.c. al 220 d.c.)

Una flor fragante

Tengo en el patio un árbol singular,
Lleno de verdes hojas y de flores.
Arranco la más hermosa
para enviársela a mi amado.
La fragancia colma mi túnica.
¿Podrá aguantar la flor
un camino tan largo?
No es nada de valor, por cierto.
Pero lleva mi hondo cariño.

EL JUNCAR POEMA CHINO


El Juncar

Verde juncar,
plateado de escarcha.
Al otro lado del lago,
se encuentra mi bella amada.
Quiero ir a verla
contra la corriente.
Mas el viaje es largo
y dificultoso.
Dejándome llevar por las olas,
sólo la veo en medio del agua.

Juncar lozano,
perlado del rocío.
En la ribera opuesta,
se yergue mi hermosa amada.
Quiero ir a verla
contra la corriente.
Mas el trayecto es larguísimo,
lleno de enormes obstáculos.
Dejándome llevar por las olas,
sólo la diviso en un islote…

sábado, 22 de noviembre de 2008

EL GUARDADOR DE REBAÑOS by FERNANDO DE PESSOA


EL GUARDADOR DE REBAÑOS

Desde la ventana más alta de mi casa,
con un pañuelo blanco digo adiós
a mis versos, que viajan hacia la humanidad.
Y no estoy alegre ni triste.
Ése es el destino de los versos.

Los escribí y debo enseñárselos a todos
porque no puedo hacer lo contrario,
como la flor no puede esconder el color,
ni el río ocultar que corre,
ni el árbol ocultar que da frutos.

He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,
y yo siento pena sin querer,
igual que un dolor en el cuerpo.

¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán?

Flor, me cogió el destino para los ojos.
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.
Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.
Me resigno y me siento casi alegre,
casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.

¡Idos, idos de mí!
Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la
que fue suya.

Paso y me quedo, como el Universo.

MIGRACION by PABLO NERUDA


TODO el día una línea y otra línea,
un escuadrón de plumas,
un navío
palpitaba en el aire,
atravesaba
el pequeño infinito
de la ventana desde donde busco,
interrogo, trabajo, acecho, aguardo.

La torre de la arena
y el espacio marino
se unen allí, resuelven
el canto, el movimiento.

Encima se abre el cielo.

Entonces así fue: rectas, agudas,
palpitantes, pasaron
hacia dónde? Hacia el Norte, hacia el Oeste,
hacia la claridad,
hacía la estrella,
hacia el peñón de soledad y sal
donde el mar desbarata sus relojes.

Era un ángulo de aves
dirigidas
aquella latitud de hierro y nieve
que avanzaba
sin tregua
en su camino rectilíneo:
era la devorante rectitud
de una flecha evidente,
los números del cielo que viajaban
a procrear formados
por imperioso amor y geometría.

Yo me empeñé en mirar hasta perder
los ojos y no he visto
sino el orden del vuelo,
la multitud del ala contra el viento:
vi la serenidad multiplicada
por aquel hemisferio transparente
cruzado por la oscura decisión
de aquellas aves en el firmamento.

No vi sino el camino.

Todo siguió celeste.

Pero en la muchedumbre de las aves
rectas a su destino
una bandada y otra dibujaban
victorias
triangulares
unidas por la voz de un solo vuelo,
por la unidad del fuego,
por la sangre,
por la sed, por el hambre,
por el frío,
por el precario día que lloraba
antes de ser tragado por la noche,
por la erótica urgencia de la vida:
la unidad de los pájaros
volaba
hacia las desdentadas costas negras,
peñascos muertos, islas amarillas,
donde el sol dura más que su jornada
y en el cálido mar se desarrolla
el pabellón plural de las sardinas.

En la piedra asaltada
por los pájaros
se adelantó el secreto:
piedra, humedad, estiércol, soledad,
fermentarán y bajo el sol sangriento
nacerán arenosas criaturas
que alguna vez regresarán volando
hacia la huracanada luz del frío,
hacia los pies antárticos de Chile.

Ahora cruzan, pueblan la distancia
moviendo apenas en la luz las alas
como si en un latido las unieran,

vuelan sin desprenderse

del cuerpo

migratorio

que en tierra se divide
y se dispersa.

Sobre el agua, en el aire,
el ave innumerable va volando,
la embarcación es una,
la nave transparente
construye la unidad con tantas alas,
con tantos ojos hacia el mar abiertos
que es una sola paz la que atraviesa
y sólo un ala inmensa se desplaza.

Ave del mar, espuma migratoria,
ala del Sur, del Norte, ala de ola,
racimo desplegado por el vuelo,
multiplicado corazón hambriento,
llegarás, ave grande, a desgranar
el collar de los huevos delicados
que empolla el viento y nutren las arenas
hasta que un nuevo vuelo multiplica
otra vez vida, muerte, desarrollo,
gritos mojados, caluroso estiércol,
y otra vez a nacer, a partir, lejos
del páramo y hacia otro páramo.

Lejos
de aquel silencio, huid, aves del frío
hacia un vasto silencio rocalloso
y desde el nido hasta el errante número,
flechas del mar, dejadme
la húmeda gloria del transcurso,
la permanencia insigne de las plumas
que nacen, mueren, duran y palpitan
creando pez a pez su larga espada,
crueldad contra crueldad la propia luz
y a contraviento y contramar, la vida.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

LA FUENTE VAQUERA by JOSE MARIA GABRIEL Y GALAN (balada)




Lejos, bastante lejos,
del pueblo mío,
encerrado en un monte
triste y sombrío,
hay un valle tan lindo
que no hay quien halle
un valle tan ameno
como aquel valle.

Entre sus arboledas,
por la espesura
solitaria y tranquila,
corre y murmura
una fuente tranquilina
y bullanguera,
a que dieron por nombre
Fuente Vaquera.

Está tan escondida
bajo el follaje,
guarda tanto sus aguas
entre el ramaje,
que cuando por el valle
va murmurando
toda clase de hierbas
va salpicando.

Unas veces sonríe
dulce y sonora,
y otras veces parece
que gime y llora,
y siempre de sus aguas
el dulce juego
arrullando, produce
grato sosiego.

Allí pasan las horas
en dulce calma,
allí meditar puede
tranquila el alma,
y todo son consuelos
para el que llora
al pie de aquella fuente
fresca y sonora.

¡Todo es allí sosiego,
calma, tristeza!
Las auras, que suspiran
en la maleza...
Los pájaros, que cantan
en la espesura...
El agua, que en el valle
corre y murmura...

Los arrullos del viento,
gratos y mansos...
Los juncos que vegetan,
en los remansos...
Los claros resplandores
del sol naciente,
que asoma entre vapores
por el Oriente...
Las tórtolas que arrullan
con armonía,
convidando a una dulce
melancolía...

¡Todo, en fin, allí aleja
presentimientos,
trayendo a la memoria
mil pensamientos,
y adormeciendo el alma
con impresiones
que convidan a dulces
meditaciones!...

Tal es Fuente Vaquera,
la hermosa fuente
que murmura en el valle
tan sonriente,
que en su margen tranquila
cantan amores
tórtolas, colorines
y ruiseñores.

Una hermosa mañana
de junio ardiente
salió el sol como nunca
de refulgente,
y pájaros y flores
con alegría
la bienvenida daban
al nuevo día.

Elevábase el astro
con gran sosiego,
esparciendo sus rayos
de luz de fuego
sobre el fresco rocío
de la mañana,
que formaba en los valles
mantos de grana.

Sacuden las ovejas
sus cencerrillos,
y en el prado retozan
los corderillos,
que del rústico valle
sobre la hierba
forman jugueteando
linda caterva.

Al cielo sube el humo
de los hogares,
los gallos ya despiertan
con sus cantares,
y sacude la hermosa
Naturaleza
el tranquilo letargo
de su pereza.

* * *

Dejé el mullido lecho
con alegría,
cuando apenas rayaba
la luz del día;
carguéme diligente
con la escopeta,
y como siempre ha sido
medio poeta,

al nacer del gran Febo
la luz primera,
ya estaba yo en la hermosa
Fuente Vaquera...
Fuente en cuyas orillas
cantan amores
tórtolas, colorines
y ruiseñores.

Ocultéme en la margen
con el follaje,
y viendo las delicias
de aquel paisaje,
esperé silencioso
bajo la fronda,
viendo correr las aguas
onda tras onda...

* * *

Siguió el sol elevándose
resplandeciente,
y era ya tan molesta
su luz ardiente,
que, a medida que el astro
más se elevaba,
todo se iba durmiendo,
todo callaba.

Se inclinan en su tallo
todas las flores,
rendidas por los rayos
abrasadores,
y las aves se esconden
en las encinas
que a la tranquila fuente
crecen vecinas.

Sólo se escucha a veces,
del fresco viento,
las ráfagas que lanza,
sonoro y lento...
El agua, que su curso
nunca suspende...
El rumor de una hoja...
que se desprende...

El pïar apagado
de alguna alondra,
que entre las verdes matas
busca una sombra...,
y los ecos lejanos
de los zumbidos
de insectos, que en los aires
vagan perdidos...

Lejos de la apacible
Fuente Vaquera,
que corre por el valle
tan placentera,
existe un solitario
y oscuro monte,
que encierra los confines
del horizonte.

Al compás de las auras,
lenta se inclina
altiva, corpulenta
y añosa encina,
y entre sus verdes ramas
aprisionado
tiene una tortolilla
su nido amado.

En él está arrullando,
dulce y sonora,
a los amantes hijos
a quien adora,
gozando en su coloquio
de las delicias
que sus hijos le endulzan
con sus caricias.

El calor la atormenta,
la sed la abrasa,
y dejando con pena
su pobre casa,
les dio con un arrullo
la despedida
a los hijos queridos
que eran su vida;

batió sus puras alas
tendió su vuelo
cruzó por los espacios
del ancho cielo,
y pensando en sus hijos,
se fue ligera
a beber a la clara
Fuente Vaquera.

¡Ay! ¡Dónde irá esa madre
tierna y sencilla!...
¡Dónde irá tan ligera
la tortolilla,
mirando a todas partes,
amedrentada,
al verse sola y lejos
de su morada!...

¿Por qué deja sus hijos
abandonados,
y ella, cruzando espacios
tan dilatados,
va surcando los aires
rápidamente
a beber en las aguas
de aquella fuente?...

¡Pobre madre, si, ansiosa,
vuelve a su nido
y sus amantes hijos
ya se han perdido!...
¡Pobres hijos, si, a causa
de abandonarlos,
no volviera su madre
nunca a arrullarlos!...

Por el verde follaje
casi cubierto,
yo, casi más que un vivo,
parezco un muerto,
y mudo y silencioso
presto mi oído
al eco que produce
cualquiera ruido.

Al columpiar las hojas
el viento blando,
pájaros me parecen
que van volando,
y con mi diestra mano
nerviosa, inquieta,
alzo la curva llave
de la escopeta.

Sobre la verde copa
de vieja encina,
que cubre aquella fuente
tan cristalina,
una tórtola hermosa
paró su vuelo,
mirando la corriente
del arroyuelo.

Lanza su blando pecho
tiernos arrullos,
que no imita la fuente
con sus murmullos,
y a los lados humilde
mira asustada,
débil, inquieta, esquiva
y amedrentada.

Tendió después su vuelo
pausadamente,
y al llegar a la orilla
de la corriente,
sobre la verde alfombra
lenta se posa,
débil y acobardada,
triste y medrosa.

Dirige luego el paso
tímidamente
hasta tocar la margen
de la corriente,
donde, el agua fingiendo
cuadros de plata,
le recoge su imagen
y la retrata.

Yo, silencioso, en tanto
que la espiaba,
mi artística escopeta
ya preparaba,
y ocasión esperando,
cual diestro espía,
afiné cuanto quise
la puntería.
Disparé... ¡Sonó el tiro
ronco, tremendo!...
El arroyuelo manso
siguió corriendo.
El viento entre las hojas
siguió sonando
con un eco apacible,
sonoro y blando...
¡Y vi la tortolilla,
que ya sufría
las tristes convulsiones
de la agonía!...

Cogí tan apreciado
tierno despojo;
su hermoso pecho estaba
de sangre rojo,
rojas las aguas puras
del arroyuelo,
que corrían llorando
con triste duelo,
y mis ardientes manos
también manchadas
de sangre, enrojecidas
y salpicadas.

Con ellas oprimía
su pecho blando:
sus latidos se iban
amortiguando,
y cerraba sus ojos
pausadamente,
su cabeza inclinando
lánguidamente...

Yo vi en sus turbios ojos
el sentimiento
y las fieras angustias
de su tormento,
porque del nido lejos
agonizaba
y a sus pobres hijuelos
solos dejaba.

Conocí en sus miradas
bien claramente
esa inquieta agonía
del inocente,
que sufre los rigores
de su destino
muriendo por las manos
de un asesino.

Aquella pobre madre
casi expirante
era la madre tierna,
la madre amante,
que a sus hijos no pudo
darles en vida
una lágrima dulce
de despedida.

Y aquella tierna madre,
cuando sufría
la convulsión postrera
de la agonía,
me dijo con sus ojos
casi nublados
que dejaba dos hijos
abandonados.

Yo comprendí lo injusto
de aquella muerte;
mas la víctima estaba
fría e inerte...
y una lágrima amarga
por mi mejilla
rodó, cuando vi muerta
la tortolilla.

Desde entonces no quiero
que un inocente
de alguna injusta muerte
se me lamente,
y diga con sus ojos
casi nublados
que deja sus hijuelos
abandonados.

Y en vez de estar cazando
la tarde entera
junto a la cristalina
Fuente Vaquera,
voy a ver cómo en ella
cantan amores
tórtolas, colorines
y ruiseñores,
y cómo de aquel monte
sobre las lomas
arrullan solitarias
blancas palomas.

lunes, 17 de noviembre de 2008

EL TORRENTE DEL CANTO DE PAJAROS poesia china



El hombre reposa, las flores de acacia caen.
La noche es tranquila, la montaña de primavera vacía.
La luna sale, sorprende a los pájaros de la montaña.
Entonces cantan, dentro del torrente de primavera.


Begonias

Viento del este, suave.
Rayo de luz que flota
entre perfumes densos:
Salta por el balcón,
en persona, la luna.
Se adormecen las flores.
Larga contemplación:
A la luz de la vela
su belleza es más roja.

LAS PALABRAS by MARIO BENEDETTI




No me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

si usted habla de progreso
nada más que por hablar
mire que todos sabemos
que adelante no es atrás

si está contra la violencia
pero nos apunta bien
si la violencia va y vuelve
no se me queje después

si usted pide garantías
sólo para su corral
mire que el pueblo conoce
lo que hay que garantizar

no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

si habla de paz pero tiene
costumbre de torturar
mire que hay para ese vicio
una cura radical

si escribe reforma agraria
pero sólo en el papel
mire que si el pueblo avanza
la tierra viene con él

si está entregando el país
y habla de soberanía
quién va a dudar que usted es
soberana porquería

no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

no me ensucie las palabras
no les quite su sabor
y límpiese bien la boca
si dice revolución.

sábado, 15 de noviembre de 2008

EMPERO by MARIO BENEDETTI


Cierro los ojos para disuadirme.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Está el escarabajo a tropezones,
mi sed de ti, la baja tarde inmóvil.

De veras está todo como antes:
el cielo tan inerme,
la misma soledad tan maciza,
la luz que se devora y no comprende.

Todo está como antes
de tu rostro sin nubes,
todo aguarda como antes la anunciada
estación en suspenso,
pero también estaba entonces este pánico
de no saber huir y no saber
alejarme del odio.

De veras todo está
destruido, indescifrable,
como verdad caída inesperadamente
del cielo o del olvido
y si alguien, algo, me golpea los párpados
es una lenta gota empecinada.

Ahora no es, no puede ser la muerte.

Abro los ojos para convencerme.

viernes, 14 de noviembre de 2008

A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGIA by Jorge Luis Borges




¿Dónde está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?

El río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice.

Dieron a otros gloria interminable los dioses,
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.

Entre los asfodelos de la sombra, tu vana sombra
pensará que los dioses han sido avaros.

Pero los días son una red de triviales miserias,
¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza,
de que está hecho el olvido?

Sobre otros arrojaron los dioses
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.

En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.