Gustavo Adolfo
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Yo os he amado; mas, tal vez dormido,
mi amor aún pervive en mi interior;
no quiero que eso llegue a vuestro oído;
no quiero ser motivo de dolor.
Yo os he amado a solas, en silencio,
ahogado por los celos y el temor,
y fue mi amor tan tierno y tan sincero
como ojalá encontréis un nuevo amor.
Alejandro Pushkin
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De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
Quieto en ángulo oscuro,
Buscaba en ti, encendida guirnalda,
Mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
Y en ti los vislumbraba,
Naturales y exactos, también libres y fieles,
A semejanza mía,
A semejanza tuya, eterna soledad.
Fui luz serena y anhelo desbocado,
Y en la lluvia sombría o en el sol evidente
Quería una verdad que a ti te traicionase,
Olvidando en mi afán
Cómo las alas fugitivas su propia nube crean.
Y al velarse a mis ojos
Con nubes sobre nubes de otoño desbordado
La luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
Te negué por bien poco;
Por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
Por quietas amistades de sillón y de gesto,
Por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
En bocas de mentira y palabras de hielo.
Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
Que yo fui,
Que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
Por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
Limpios de otro deseo,
El sol, mi dios, la noche rumorosa,
La lluvia, intimidad de siempre,
El bosque y su alentar pagano,
El mar, el mar como su nombre hermoso;
Y sobre todos ellos,
Cuerpo oscuro y esbelto,
Te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
Y tú me das fuerza y debilidad
Como al ave cansada los brazos de la piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
Oigo sus oscuras imprecaciones,
Contemplo sus blancas caricias;
Y erguido desde cuna vigilante
Soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
Por quienes vivo, aun cuando no los vea;
Y así, lejos de ellos,
Ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
Roncas y violentas como el mar, mi morada,
Puras ante la espera de una revolución ardiente
O rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
Cuando toca la llora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria,
Transparente pasión, mi soledad de siempre,
Eres inmenso abrazo;
El sol, el mar,
La oscuridad, la estepa,
El hombre y su deseo,
La airada muchedumbre,
¿Qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día;
En ti, mi soledad, los amo ahora.
LUIS CERNUDA
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Un verano y un otoño más os pido, Poderosas,
para que pueda madurar mi canto,
y así, saciado con tan dulce juego,
mi corazón se llegue hasta morir.
El alma que aquí abajo fue frustrada
no hallará reposo, ni en el Orco,
pero si logro plasmar lo más querido
y sacro ante todo, la poesía,
entonces sonreiré satisfecho a las feroces
sombras, aunque debiera dejar
en el umbral mi voz. Un solo día
habré vivido como los dioses. Y eso basta.
Friedrich Hölderlin
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A ser uno con todo lo viviente, volver en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza. A menudo alcanzo esa cumbre, pero un momento de reflexión basta para despeñarme de ella. Medito, y me encuentro como estaba antes, solo, con todos los dolores propios de la condición mortal, y el asilo de mi corazón, el mundo enteramente uno, desaparece; la naturaleza se cruza de brazos, y yo me encuentro ante ella como ante un extraño, y no la comprendo. Ojalá no hubiera ido nunca a vuestras escuelas, pues en ellas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza, donde crecía y florecía, y me agosto al sol del mediodía. Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona. "
Friedrich Hölderlin
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El ave fénix
mi canto del cisne al borde del sepulcro
donde os complacéis en encerrarnos vivos?
¡Perdonadme!, mas no obstante el poderoso impulso que lo arrastra
el oleaje surgente de la vida
hierve impaciente en su angosto lecho
hasta el día en que descansa en su mar natal.
La viña desdeña los frescos valles,
los afortunados jardines de la Hesperia
sólo dan frutos de oro bajo el ardor del relámpago
que penetra como flecha el corazón de la tierra.
¿Por qué moderar el fuego de mi alma
que se abrasa bajo el yugo de esta edad de bronce?
¿Por qué, débiles corazones, querer sacarme
mi elemento de fuego, a mí que sólo puedo vivir en el combate?
La vida no está dedicada a la muerte,
ni al letargo el dios que nos inflama.
El sublime genio que nos llega del Éter
no nació para el yugo.
Baja hacia nosotros, se sumerge, se baña
en el torrente del siglo; y dichosa, la náyade
arrastra por un momento al nadador,
que muy pronto se sumerge, su cabeza ceñida de luces.
¡Renunciad al placer de rebajar lo grande!
¡No habléis de vuestra felicidad!
¡No plantéis el cedro en vuestros potes de arcilla!
¡No toméis al Espíritu por vuestro siervo!
¡No intentéis detener los corceles del sol
y dejad que las estrellas prosigan su trayecto!
¡Y a mí, no me aconsejéis que me someta,
no pretendáis que sirva a los esclavos!
Y si no podéis soportar la hermosura,
hacedle una guerra abierta, eficaz.
Antaño se clavaba en la cruz al inspirado,
hoy lo asesinan con juiciosos e insinuantes consejos.
¡Cuántos habéis logrado someter
al imperio de la necesidad! ¡Cuántas veces
retuvisteis al arriesgado juerguista en la playa
cuando iba a embarcarse lleno de esperanza
para las iluminadas orillas del Oriente!
Es inútil: esta época estéril no me retendrá.
Mi siglo es para mí un azote.
Yo aspiro a los campos verdes de la vida
y al cielo del entusiasmo.
Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos,
celebrad la labor del hombre, e insultadme.
Pero en mí madura, tal como mi corazón lo quiere,
la bella, la vida Naturaleza.
Friedrich Hölderlin
pintura de Monet
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Junto a la clara linfa, bajo la luz radiosa |
del sol, como un prodigio de viviente escultura, |
nieve y rosa su cuerpo, su rostro nieve y rosa |
y sobre rosa y nieve su cabellera oscura. |
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No altera una sonrisa su majestad de diosa, |
ni la mancha el deseo con su mirada impura; |
en el lago profundo de sus ojos reposa |
su espíritu que aguarda la dicha y la amargura. |
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Sueño del marmol Sueño del arte excelso, digno |
de Escopas o de Fidias, que sorprende en un signo, |
una actitud, un gesto, la suprema hermosura. |
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Y la ve destacarse, soberbia y armoniosa, |
junto a la clara linfa, bajo la luz radiosa |
del sol, como un prodigio de viviente escultura. Ricardo Jaimes Freyre imagen de la web |
La rosa temblorosa |
se desprendió del tallo, |
y la arrastró la brisa |
sobre las aguas turbias del pantano. |
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Una onda fugitiva |
le abrió su seno amargo |
y estrechando a la rosa temblorosa |
la deshizo en sus brazos. |
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Flotaron sobre el agua |
las hojas como miembros mutilados |
y confundidas con el lodo negro |
negras, aún mas que el lodo, se tornaron, |
|
pero en las noches puras y serenas |
se sentia vagar en el espacio |
un leve olor de rosa |
sobre las aguas turbias del pantano. Ricardo Jaimes Freyre imagen de la web |
Tú no sabes cuanto sufro! Tú que has puesto mis tinieblas |
en mi noche, y amargura mas profunda en mi dolor! |
Tú has dejado, como el hierro que se deja en una herida |
en mi oído la caricia dolorosa de tu voz. |
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Palpitante como un beso; voluptuosa como un beso; |
voz que halaga y que se queja; voz de ensueño y de dolor. |
Como sigue el ritmo oculto de los astros el océano‚ |
mi ser todo sigue el ritmo misterioso de tu voz. |
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Oh, me llamas y me hieres! Voy a ti como un sonámbulo |
con los brazos extendidos en la sombra y el dolor... |
Tú no sabes cuanto sufro! cómo aumenta mi martirio |
temblorosa y desolada, la caricia de tu voz. |
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Oh, el olvido! El fondo obscuro de la noche del olvido |
donde guardan los cipreses el sepulcro del Dolor! |
Yo he buscado el fondo obscuro de la noche del olvido, |
y la noche se poblaba con los ecos de tu voz... Ricardo Jaimes Freyre imagen de la web |
Peregrina paloma imaginaria |
que enardeces Los últimos amores; |
alma de luz, de música y de flores |
peregrine paloma imaginaria. |
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Vuele sobre la roca solitaria |
que baña el mar glacial de Los dolores; |
haya, a tu peso, un haz de resplandores, |
sobre la adusta roca solitaria... |
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Vuele sobre la roca solitaria |
peregrine paloma, ala de nieve |
como divino hostia, ala tan leve... |
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Como un copo de nieve; ala divino, |
copo de nieve, lirio, hostia, neblina, |
peregrine paloma imaginaria... Ricardo Jaimes Freyre imagen de la web |
Va a llover… Lo ha dicho al césped
el canto fresco del río;
el viento lo ha dicho al bosque
y el bosque al viento y al río.
Va a llover… Crujen las ramas
y huele a sombra en los pinos.
Naufraga en verde el paisaje.
Pasan pájaros perdidos.
Va a llover… Ya el cielo empieza
a madurar en el fondo
de tus ojos pensativos.
Jaime Torres Bodet
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